La agricultura es una parte integral de la vida humana, de la que difícilmente podría prescindir la humanidad. Sin embargo, los enfoques modernos e insostenibles de la agricultura crean estrés para la naturaleza en forma de aumento de la erosión, pérdida de biodiversidad o escasez de agua, que pueden llevar a la pérdida del equilibrio de la naturaleza y, en casos extremos, al colapso de los ecosistemas locales. En este contexto, el cambio climático representa un estrés adicional para la naturaleza y, por tanto, acelera su degradación. Por lo tanto, es importante comprender y abordar estos dos problemas al mismo tiempo.
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